28 de septiembre de 2008

"Who Watches the Watchmen?"

Hace ya algún tiempecito, un genio se preguntó: "¿Quién vigila a los vigilantes?"... En los años 80 se editó por vez primera la novela gráfica Watchmen de los británicos Alan Moore (genio entre genios) y Dave Gibbons, que años atrás ya habían colaborado juntos, destacanto, a mi saber, una impresionante historia de Supermán. Pronto, ésta ganó prestigio, y se convirtió en la obra del género más aclamada de todos los tiempos (y es que en verdad, es, en mi humilde opinión, y en la de miles de personas de todo el mundo, EL MEJOR CÓMIC DE LA HISTORIA, superior, incluso, al magnífico Dark Knight Returns del maestro Frank Miller, revolucionando el mundo de la historieta norteamericana de una forma nunca vista hasta el momento.

Con respecto a su argumento, imposible de hacer justicia tan solo con palabras, comienza con el asesinato de un veterano vengador enmascarado y como la investigación consiguiente empieza a destapar los trapos sucios y a revolver las vidas de sus antiguos camaradas de profesión, que tras las leyes anti-vigilantes provocadas por las graves huelgas de las autoridades policiales convencionales en el pasado, viven ya retirados, intentando sobrellevar cómo pueden una vida normal y corriente pese al esplendoroso pasado que les reclama, siguen actuando pese a la persecución policial, o continuan con sus actividades bajo la supervisión y el permiso del Gobierno en un pacto diabólico o se arriesgan a continuar actuando por su cuenta pese a la brutal persecución policial. La obra está basada en un marco ucrónico en el que la presencia "real" de individuos superpoderosos en el Ejército estadounidense ha creado un importante desequilibrio de fuerzas entre EEUU y la URSS en plena Guerra Fría, provocando una inminente guerra nuclear que podría más fácilmente acabar con toda la vida sobre la faz de la tierra que cualquier supervillano de opereta con un disfraz barato. La obra constituye tanto el mayor exponente del género superheroíco, como su mayor crítica, insuflándole una madurez hasta entonces nunca vista, y mostrando unos personajes más humanos y desde luego, no tan "heroícos", consumidos por sus dudas personales, con traumas, fanatizados, reaccionarios, depresivos... El dibujo asemeja el de los tebeos clásicos de Súper Héroes, pero utiliza al máximo las posibilidades narrativas que le ofrece el medio, con frecuentes flashbacks, creando cómics dentro de otros cómics, combinando prosa con viñetas, el magnífico detalle del reloj y la sangre al final de cada capítulo, las citas con las que terminan los mismos...

Todo ésto viene a que, dentro de un par de añitos, si los tribunales no lo impiden, quizás menos, verá la luz en la gran pantalla la ambiciosa adaptación cinematográfica de esta obra. Resulta imposible que la película pueda resumir o condensar la trama del cómic, dada su extensión y complejidad, pero hay razones para no perder la esperanza, empezando por un director que ya adaptó con resultados bastante buenos (aunque sigo prefiriendo el cómic original) otra de las grandes obras del cómic contemporáneo, la épica 300 de Miller: aunque aquí se encontraría con el problema contrario al de aquella, el tener que quitar fragmentos de la trama en vez de añadirlos para alcanzar la duración media de una película habitual, lo que me hace tener por la noche fríos sudores. En cualquier caso, los aficionados siempre podremos contentarnos con la seguridad de que nuestros cómics y libros favoritos permanerán indemnes en nuestra estantería, ajenos al daño de perpetrado a sus títulos en las salas de cine...

Snyder, por favor, no la cagues.